El fin justifica los medios [SPOILER]

Análisis de películas
Publicado: 16 Abril 2020
Escrito por Jorge Rodríguez Patiño

ADVERTENCIA SPOILER: El artículo que va a leer a continuación hace referencia a partes importantes de la trama de la película, no seguir leyendo si no quiere que le destripemos la película.

Una mujer hecha a sí misma: explotándose a uno mismo para progresar

En Una mujer hecha a sí misma (Self Made: Inspired by the Life of Madam C.J. Walker) la talentosa actriz Octavia Spenser interpreta a Sarah Breedlove, mejor conocida como Madame C. J. Walker, la primera mujer de raza negra que logró convertirse en millonaria en los Estados Unidos.

La historia comienza cuando el cabello de Sarah, que trabaja como lavandera, comienza a caerse debido a una mala alimentación y a su excesiva exposición a la sosa caustica, incluida en los jabones para lavar ropa. El acontecimiento no solo la hace perder el cabello, sino también el respeto por si misma.

Un día, Addie (Carmen Ejogo), una atractiva y pedante cultora de belleza, se presenta en su puerta para venderle un tratamiento milagroso. El producto funciona maravillosamente. Gracias a esto, Sarah recupera su cabello y esto le permite también reconstruirse. Habiendo tocado fondo, se forja una nueva identidad para si misma: se vuelve una mujer más tenaz, mucho más optimista. Incluso logra encontrar nuevamente el amor en Charles James Walker (Blair Underwood), con quien se casa.

En agradecimiento por haberla salvado, Sarah le ofrece a Addie vender sus productos, pero ésta la rechaza, debido a sus prejuicios, lo cuales hasta ese momento, permanecían ocultos. «Nadie va a comprarle a alguien con tu apariencia».

El suceso le rompe el corazón a Sarah, pero ahora su determinación es más fuerte y no se desmoraliza con la respuesta. Antes, por el contrario, el rechazo se vuelve un aliciente para salir adelante. Después de mucho esfuerzo y varios intentos, Sarah es capaz de reproducir la fórmula del producto de Addie, la cual comienza a comercializar bajo su propia marca. Utiliza, simbólicamente, el nombre de su esposo. A partir de ese momento, Sarah será conocida como Madame C. J. Walker, la mujer que se ha hecho a si misma.

una mujer hecha a si misma

El nombre pronto se vuelve sinónimo de superación y perseverancia, pero sobre todo, de éxito. Madame C. J. Walker comienza a comercializar sus productos lucrando con su propia historia. Ella es la prueba viviente que demuestra que el producto no solamente funciona, sino que abre las puertas a mejores oportunidades, son capaces de cambiar la vida.

En resumen, lo que hace Madame C. J. Walker es explotarse a si misma, haciendo redituable su desgracia y, al mismo tiempo, vendiendo un ideal al que otras mujeres desdichadas puedan aspirar; una estrategia que termina demostrando ser eficaz, pues le permite convertirse en la primera mujer millonaria de raza negra en su país.

El éxito, por supuesto, no está exento de dificultades. Madame C. J. Walker debe hacer frente a toda clase de prejuicios: desde los raciales hasta los de género, pasando por los prejuicios de clase. Así, si quiere obtener la fama y fortuna que tanto anhela, antes debe abrirse paso en un mundo que la reprueba por ser mujer, por ser negra y por ser de una clase social inferior.

Pero Madame C. J. Walker no se conforma con negativas. Su empresa se vuelve una extensión de si misma, una faceta más de su personalidad. Es por eso que se obsesiona tanto con la reputación y el éxito financiero de esta. En su mente está impreso el anhelo de dejar un legado que perdure después de su muerte. Consolidar su imperio es la única prioridad para ella. Volverse cada vez más rica y poderosa, en un intento desesperado de demostrar a sus detractores que, a pesar de las circunstancias y las adversidades, al final, ella fue la vencedora.

Esta obsesión por el legado se extiende, por igual, a la preservación de su apellido. Madame C. J. Walker presiona constantemente a su hija Lelia (Tiffany Haddish) para que se case y tenga hijos. Si bien anhela heredarle su compañía, antes debe asegurarse de que está preparada. Dicho de otra forma, desea que su hija siga sus pasos. Pero Lelia tiene sus propios sueños e intereses, y estos no siempre son compatibles con los de su madre.

Madame pronto se da cuenta, sin embargo, que su legado poco tiene que ver con el poder y el dinero, sino que, en realidad, se trata de brindarle una oportunidad a todas aquellas mujeres que no la tienen, ofreciéndoles una mejor vida. Cuando se percata de ello, rechaza un contrato multimillonario para que sus vendedoras tengan mayor capacidad de venta; así mismo, renuncia a la idea de tener un nieto, privilegiando la felicidad de su hija sobre sus deseos personales; aceptándola tal y como es.

madam e hija paseando por la calle

Ahora bien, aunque la protagonista comprende al final que el verdadero éxito no consiste en el dinero, no deja de ser evidente que toda la serie gira, precisamente, en torno a la posición económica. Como si el hecho de ser rico bastara para trascender como ser humano y el dinero fuera lo único que mide al hombre.

Este enfoque tan simplista hace que el personaje y su desarrollo se vea limitado, pues limita su tratamiento únicamente al ámbito económico y al ascenso de clase. Así es que vemos constantemente como Madame C. J. Walker adquiere propiedades cada vez más grandes y lujosas, pero no vemos un verdadero progreso en su personalidad.

Igualmente, todos los conflictos de los personajes parecen orbitar alrededor del dinero. Si bien existen algunos temas interesantes, como el machismo y el racismo, estos apenas están esbozados. Es decir, son tan solo ilustrativos y su único propósito parece ser el de hacer avanzar la trama.

Esta simplificación en el argumento hace que la serie se sienta más como un folleto publicitario, de esos que, hace muchos años, solían acompañar a ciertos productos, mostrando la vida del fundador de la empresa y cómo logró haber superado las dificultades para comercializar su producto.

Ya sea que esto sea intencional o no, lo que es un hecho es que el argumento parece encomiar uno de los aspectos más detestables del capitalismo:  el ser humano explotándose a si mismo para poder subsistir. En la serie vemos cómo las mujeres que trabajan para la compañía de Madame C. J. Walker deben vender el producto de puerta en puerta. Una romantización de la explotación laboral que hacen las grandes cadenas de venta por catálogo. En este caso, el hecho de que la dueña de la compañía sea una mujer tan admirable lo hace peor: las empleadas están obligadas a lograr lo mismo que ella o, de lo contrario, será su culpa si no logran alcanzar el éxito. En otras palabras, si no es rica es porque no se esfuerza lo suficiente. Es la lógica del neoliberalismo, donde uno se explota a sí mismo pretendiendo que se está realizando.

madam brinda con champagne

Otro aspecto que se percibe en la serie es aquel que tiene que ver con el resentimiento de clase, que propicia una suerte de revanchismo que parece justificado. Siendo el capitalismo un sistema que alienta la desigualdad, parece justo la protagonista forje su imperio robando la formula de su competidora. Esto quizás tendría sentido si Madame C. J. Walker careciera de oportunidades, pero no es así. Una vez recuperada su autoestima, la mujer muestra el carácter y talento necesario para hacer frente a la adversidad. De hecho, invierte una gran cantidad de tiempo en imitar la fórmula de Addie, tiempo que bien pudo haber aprovechado para mejorar el producto o agregarle alguna característica distintiva. El hecho de que Madame C. J. Walker se enfoque en hacer una copia exacta solo demuestra que desea vengarse de la peor forma: usando el mismo producto que le fue negado.

Al final, Madame C. J. Walker no se diferencia mucho de su antagonista. Al igual que Addie, usa a otras mujeres a su conveniencia para lograr sus propósitos. Las seduce, les vende un ideal y les exige un compromiso absoluto. No se trata de moralizar la situación, sino de señalar que la serie pasa de largo este aspecto, lo que permite interpretar que la visión es completamente materialista: no importa cómo triunfes mientras triunfes. El fin justifica los medios.

Resulta una lástima que la adaptación de la vida de un personaje tan importante solo se enfoque en encomiar su éxito financiero. La verdadera Madame C. J. Walker era, además de millonaria, una promotora de las artes y una apasionada activista social que logró mucho por los derechos de la mujer y de la comunidad negra en Norteamérica. Tales logros apenas son mencionados en los créditos. En ese sentido, la serie parece plantear que el único valor que tiene el ser humano consiste en la cantidad de dinero que tenga y nada más.

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