El irlandés: Escuché que pintas casas

Crítica
Publicado: 30 Junio 2020
Escrito por Arturo Garibay

EL IRLANDÉS
(The Irishman)
Dir. Martin Scorsese

La carrera de Martin Scorsese está repleta de obras fílmicas importantes, destinadas a permanecer en el acervo cinematográfico no solo de los Estados Unidos, sino del mundo entero. Baste mencionar piezas de gran integridad audiovisual como Taxi Driver (1976), Toro Salvaje (1980), Buenos muchachos (1990) o El lobo de Wall Street (2013). Su pulcra filmografía crece ahora con El Irlandés (2019), protagonizada por Robert De Niro, Al Pacino, Harvey Keitel y Joe Pesci, en un duelo histriónico de co-generacionales fulminantes. Todos ellos regresan a los terrenos del cine de mafia y crimen, donde se vuelven a probar como expertos de fondo y forma cuando se trata de retratar el mundo del hampa estadounidense.

Escrita por Steven Zaillian, guionista ganador del Oscar por el libreto de La lista de Schindler (1994), El irlandés está basada en el libro I Heard You Paint Houses de Charles Brandt, quien realiza una crónica de los crímenes confesos de Frank Sheeran, un sicario de la mafia no exento de controversia debido a las muertes que se adjudicó a sí mismo. Scorsese se asoma a la Norteamérica de los tiempos de Jimmy Hoffa y la familia Bufalino a partir de las vivencias de Sheeran, maquilando una pieza de ficción pulcra y de un acabo fantástico.

cuarteto de lujo para el irlandes

Desde los efectos visuales que rejuvenecen al elenco sin que se note el artificio hasta la recreación de la época, Scorsese entrega una pieza impecable en los aspectos técnicos y que, además, llega acompañada de valores histriónicos de primera línea, junto a un punto de vista claro sobre su visión de esta página de la historia estadounidense: el criminal que recapitula su mundo y sus pecados, sin decoro y sin autoflagelación.

Creo que el tema de los efectos visuales es sustantivo en el caso de El Irlandés porque Scorsese utiliza este recurso con tremenda sabiduría: nos muestra que los mejores efectos son aquellos se ponen al servicio de la narración y no al revés, como un espectáculo estrambótico que eclipsa al relato y al drama. Los efectos visuales están integrados maravillosamente al lenguaje y las intenciones narrativas de Scorsese.

La fotografía del mexicano Rodrigo Prieto pone al artista de la lente en una de sus mejores posiciones creativas y artesanales. No por nada, su cámara se ha convertido en la compañía perfecta de los grandes autores de nuestro tiempo, como en Los abrazos rotos de Almodóvar o Secreto en la montaña de Ang Lee. Para El irlandés, Prieto se reencuentra con Scorsese en circunstancias estupendas, dándole a la película un espacio visual en donde prosperar.

El irlandes escena 1

Con esto en cuenta, podríamos decir que El Irlandés es un logro cinematográfico muy completo. Es una pieza de ficción sesuda y meticulosa, que conoce dónde está emplazada respecto a la realidad que recrea con una multidimensionalidad sutil. Su estructura de película biográfica rebasa la dramatización de los hechos y propone sus propias preguntas sobre Sheeran y su narrativa. La mirada de un solo hombre sobre la historia y sus protagonistas resulta interesante pues nos hace pensar sobre la forma en que reconstruimos el pasado y pensamos en nuestros propios pecados.

Pero eso no es todo, más importante aún sean quizás los temas que podemos exprimir de la pieza scorsesiana: el cineasta usa esta cinta de época para hablar con finura de cosas pertinentes en el aquí y el ahora, como por ejemplo el poder del trabajador, el poder de los sindicatos, los entramados políticos entre la representación pública y la representación criminal, la voluntad de las armas, la validación de lo ilegal como estilo de vida y el empuje de la voluntad individual.

En este contexto, ciertamente es De Niro que toma los reflectores, pues su Frank Sheeran es un hilo conductor irrompible. Empero, el trabajo de Pesci, Keitel y Pacino es igualmente loable, de lo mejor en las carreras de este grupo de actores llenos de logros rotundos. Por ejemplo, en el caso de Pacino, no me canso de celebrar su lectura de Jimmy Hoffa, tan personal y tan verosímil. Lo que me gusta es que si la contrastamos con el Hoffa que hizo Jack Nicholson en 1992, podemos reconocer al mismo personaje, pero en un trabajo actoral distinto, único y de apropiación total. 

hoffa de Jack Nicholson y Al Pacino

Si tuviéramos que ponerle algún pero, ese podría ser que se trata de una película bastante robusta. Me explico: la cinta dura prácticamente tres horas y media. Su visionado, si no se da en las condiciones correctas, puede ser todo un reto. Aunque es una película de Netflix, tuve la fortuna de verla en una sala de cine, con una calidad de proyección y un sonido espectaculares. Fue una gran experiencia. Luego intenté verla en la pantalla de mi casa a través del servicio de streaming y ya no fue lo mismo. Algo se perdió con la dimensión de la pantalla.

El trabajo fílmico de Scorsese ya no requiere de validación. Es su lenguaje, su forma de entender al cine, sus historias y sus personajes lo que lo ha consagrado como uno de los autores más relevantes del orbe. Su tino es certero y sus intenciones son transparentes. Hace películas con su firma. Sabe hablarle al gran público. Es un gran contador de historias y las películas de la mafia sacan lo mejor de él.

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