Crítica: Un día lluvioso en Nueva York

Crítica
Publicado: 18 Enero 2020
Escrito por Jorge Rodríguez Patiño

Cine de Woody Allen para fanáticos de Woody Allen

Antes de comenzar, permítanme hacerles una confesión: hay un puñado de cineastas con los que no puedo ser objetivo. Uno de esos cineastas es Woody Allen. Toda su filmografía es entrañable para mi y a cada una de sus películas la recibo con cariño. No obstante, estoy consciente de que hay películas más logradas que otras y mientras algunas son verdaderas obras maestras, otras apenas llegan a ser entretenidas. Esto se debe, sobre todo, a que Woody Allen ha definido su filmografía más por el discurso que por la calidad del producto. De ahí que muchos elementos se repitan de un filme a otro. Se trata, pues, de un cine filosófico, que invita al espectador a reflexionar y en ello radica su contundencia.

Así, el cine de Allen puede parecer, en términos de calidad, irregular y hasta repetitivo, pero en realidad es un cine bastante homogéneo y congruente. Es un cine que yo considero honesto.

Dicho esto, debo decir que Un día lluvioso en Nueva York (A rainy day in New York, 2018) no es ni de lejos una de sus mejores películas. Es un filme que, para algunos, puede llegar a sentirse cansado y falto de encanto. Un cine que, sin duda, solo los amantes del director neoyorquino llegarán a apreciar.

La película, como tantas otras en la filmografía de Allen, trata de personajes que llegan a cierto punto en sus vidas que comienzan a cuestionar si han tomado las decisiones correctas, o que, habiendo creído en su momento que tomaban la decisión correcta, ciertas circunstancias les hacen ver que no fue así. En ese sentido, el filme resulta interesante, pero hasta ahí. Lamentablemente, su hechura es inconstante y por momentos parece perder el ritmo, como si no terminara de aterrizar sus ideas y se perdiera entre la confusión de los acontecimientos, algo que ya le había ocurrido con su serie Crisis en seis episodios (Crisis In Six Scenes, 2016).

Las actuaciones, cumplidoras, pero hasta ahí. Timothée Chalamet es muy carismático y Elle Fanning, encantadora, pero sus actuaciones no llegan a ser memorables. Así mismo, debo confesar que esperaba algo más de Jude Law. Quienes me sorprendieron, sin embargo, fueron Liev Schreiber, en su papel del director atormentado, Rolan Pollard y Selena Gomez, quien está muy bien como Chan Tyrell, un interés amoroso del personaje de Chalamet.

La música, como siempre en el caso de Woody Allen, es maravillosa. Con Errol Garner e Irving Berlin en la pista sonora, nada podía salir mal en ese frente.

La fotografía, igualmente, es estupenda. Y es que, si algo tiene Woody Allen, es que es uno de los pocos cineastas que han tenido la fortuna de trabajar con grandes maestros: Gordon Willis, Sven Nykvist, el vasco Javier Aguirresarobe, Vilmos Zsigmond y en este caso, el ya veterano Vittorio Storaro, con quien Allen ha colaborado en sus ultimas cuatro filmes.

un dia de lluvia en nueva york escena

En Un día lluvioso en Nueva York, al igual que en La rueda de la fortuna (Wonder Wheel, Woody Allen, 2017), Storaro nos muestra su extraordinario dominio del color y de la luz, ofreciéndonos una fotografía de gran calidad, que parece fácil de conseguir, pero no es así. No obstante, tampoco es su mejor trabajo. Aunque extraordinaria, aún está lejos de su trabajo en cintas como Apocalipsis Now (Apocalypse Now, Francis Ford Coppola, EUA, 1979), El último tango en París (Last Tango In Paris, Bernardo Bertolucci, Italia-Francia, 1972) o El último Emperador (The Last Emperor, Bernardo Bertolucci, Reino Unido-Italia, 1987), por mencionar solo algunas. En todo caso, si la fotografía de Un día lluvioso en Nueva York es genial es porque Storaro es un maestro y punto.

Con base en todo lo anterior, ciertamente, algunos dirán que esta obra revela la decadencia de Allen y que ya es momento de que se retire. A estos les recuerdo que de la obra de Allen siempre se ha dicho tal cosa y no ha dejado de sorprendernos.

Un hombre llamado Zelig (Zelig, 1983), La rosa púrpura del Cairo (The Purple Rose Of Cairo, 1985), Hannah y sus hermanas (Hannah And Her Sisters, 1986), Sombras y niebla (Shadows and Fog, 1991), Un misterioso asesinato en Manhattan (Manhattan Murder Mystery, 1993), Balas sobre Nueva York (Bullets Over Broadway, 1994), Poderosa Afrodita (Mighty Aphrodite, 1995), Los enredos de Harry (Deconstructing Harry, 1997), El precio del éxito (Celebrity, 1998), El gran amante (Sweet and Lowdown, 1999), La provocación (Match Point, 2005), Los inquebrantables (Cassandra´s Dream, 2007), Vicky Cristina Barcelona (Vicky Cristina Barcelona, 2008), Medianoche en Paris (Midnight In Paris, 2011), Jazmín Azul (Blue Jasmine, 2013) y Un hombre irracional (Irrational Man, 2015) son joyas que han surgido después de esos periodos críticos, donde parecía que su cine había llegado ya a un callejón sin salida y que jamás regresaría a ser el cineasta maduro de Annie Hall (Annie Hall, 1977), Interiores (Interiors, 1978) o Manhattan (Manhattan, 1979) o tan hilarante como en El dormilón (Sleeper, 1973) o Amor y Muerte (Boris Grushenko).

De cualquier forma, la filmografía de Woody Allen nunca ha sido de grandes audiencias y con el fantasma de las acusaciones que han tiznado su imagen siempre rondando, su cine es cada vez menos accesible.

Para quienes amamos sus películas, nos parece maravilloso que siga filmando una vez al año y por ese motivo, en lo personal, me resulta triste que este filme se haya visto afectado directamente por el movimiento Me Too. Pero así es Woody Allen, un cineasta controvertido y aunque Un día lluvioso en Nueva York, sin duda, no sea su mejor película, el por fin poder verla ha sido un motivo de alegría para mi.

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